La humanidad por fin se ha puesto de acuerdo en algo: hemos decidido dormir y soñar hasta desaparecer. Noche tras noche, por todo el mundo se repite el mismo fenómeno. La gente tiene unos sueños tan maravillosos que, a su lado, la realidad parece una mala copia. Las pastillas para dormir empiezan a agotarse. La gente se queda en sus casas enganchada a cualquier droga que le haga dormir. No comen ni beben y, poco a poco, las calles se vacían. Mientras tanto, los pacientes de una residencia psiquiátrica a las afueras de París, sin médicos ni enfermeros que cuiden de ellos, se verán obligados a abandonar la seguridad de su encierro para buscar las respuestas que den sentido a un mundo que se apaga.