Dos jóvenes unidos por un vínculo invisible.
Margherita Fiore tiene dieciocho años, acaba de terminar el instituto y pasa los días estudiando para aprobar el examen de ingreso a la universidad. Cuando un amigo la invita a pasar unos días junto al mar, cree que es una buena manera de relajarse un poco y darse una tregua. Sin embargo, el tren sufre una avería, y Margherita acepta un viaje en coche con un chico al que apenas conoce. Cuando impactan contra la mediana y saltan por los aires, el último pensamiento de Margherita es para su amigo Carlo, que dejó la escuela y vive encerrado en su habitación sin comunicarse apenas con el mundo.
En el momento del accidente, Carlo está frente al ordenador, en ese cuarto del que nunca sale, protegido del mundo, alejado de sus amigos, de sus padres, del sufrimiento, de todo, excepto de Margherita, su mejor amiga, que en ese instante, y Carlo lo sabe, acaba de quedarse en coma vegetativo.
Bajo la luz dorada de un verano que debería haber sido mágico, las vidas de Margherita y Carlo yacen prisioneras en las habitaciones oscuras de la soledad. El mundo sigue fuera, pero ellos dos, de algún modo, solo se tienen el uno al otro para tratar de continuar. Una novela intensa y delicada en la que se relatan los obstáculos a que se enfrenta una generación brillante y sensible que busca, en medio de las dificultades, su camino.
La crítica ha dicho:
«Como dos copos de nieve tiene un aire a La soledad de los números primos de Giordano (...) Ha sido una lectura que me ha absorbido por completo, manteniéndome pegada a las páginas. La situación de aislamiento de Carlo me ha impactado y la calma de Margherita me ha emocionado. Interesante aprender más sobre los hikikomori y su aislamiento. Todo con una escritura elegante, melancólica, fluida y atractiva.»
Letrice senza tempo