La Casa de los Barreros es un fantasma que se alza sobre la cornisa horizontal de una colina resistiéndose al implacable embate del tiempo. El mismo promontorio contiene un tipo de energía extraordinaria con la forma de un vestigio monumental que, en algún momento pretérito de su arco cronológico, fue sepultado con toneladas de sedimentos para anular el efecto fatal que ejercía. Lo que hay allí debajo no debería haber sido perturbado nunca. Pero, como si no hubiera otro lugar en el mundo, alguien erigió sobre esa misma superficie este edificio, que ahora acoge un centro dedicado a la asistencia de pacientes altamente dependientes. Al poco de traspasar el umbral de la Casa y estando a solas en su interior, mientras fuera se desencadena una aparatosa tormenta, Judith descubrirá que se halla en un territorio ambiguo donde van a manifestarse, a través de la culpa, todos los fantasmas que forman parte del área de influencia del Hélix: aquellos que ya están atrapados en su turbulenta naturaleza y los que aún aguardan el momento de su expiación.