Gusto tiene dieciocho años y no sabe lo que quiere. ¿Estudiar? ¿Buscar un trabajo? Mientras lo decide espera en un banco del parque, dejando pasar el tiempo. Y vendiendo drogas a los chicos del barrio.
Nico sabe lo que quiere. Quiere que Ainhoa sea su chica. Y quiere una moto. Sea como sea. Y quiere la mercancía que Gusto vende.
Yeidy no quiere que a ella y a su familia los echen de su casa ni tener que regresar a su país de origen. Ni quiere hacer muchas de las cosas que Kini, su novio, quiere que ella haga.
Máximo solo quiere que todo aquello
se olvide y poder recuperar su vida y su dignidad.
Román querría saber cómo hacer para que Nico, su nieto, no caminase tras los pasos de su hermano mayor,
Andrés, un yonqui desahuciado.