Coppini no ha muerto. Coppini vive en estas páginas. Reposa en
el cálido abrazo de quienes le han querido, de quienes se han
sentido conmovidos por su cancionero pop y por una personalidad
que siempre estuvo presente en la escena musical pese a
que el éxito —ese caprichoso y endiablado ente— no siempre le
acompañara como merecía. Nos quedan, como mochila creativa
inmensa, sus aventuras abordo de Siniestro Total o Golpes Bajos
y esa sorprendente etapa en solitario, por desgracia, truncada
prematuramente. También, esa poesía libre y su talante inconformista,
en medio del naufragio de un tiempo de cenizas. Memoria
eterna a Germán Coppini, ignoto coleccionista de moscas.