La fundación de repúblicas urbanas con un alto grado de autonomía definió los espacios políticos sobre los que se asentó el poder de la Monarquía Hispánica. Este libro plantea el papel desempeñado por las comunidades urbanas en la construcción de los espacios y la cultura política de la Monarquía Hispánica a través del influyente caso de estudio ofrecido por cinco ciudades de la gobernación de Castilla del Oro -en el Istmo de Panamá- durante el siglo XVI. La articulación y funcionamiento de la Monarquía Hispánica se describe como un sistema agregado de espacios políticos en los que se negociaba y defendía el poder a través de interacciones asimétricas e interculturales entre diversos agentes, y en el cual las prácticas políticas podían anteceder e influir en la ley. La coherencia interna de la Monarquía dependería, finalmente, de los flujos de vasallaje o lealtad por parte de sus miembros -individuales y colectivos- a los monarcas castellanos -cuya soberanía se alimentaba de multitud de asentamientos jurisdiccionales- y de la respuesta de estos ante sus demandas. El poder generado en este contexto no tendría, por tanto, un solo detentador, si no que era compartido por el monarca y sus agentes sobre el terreno.