La mayoría de las escuelas están diseñadas con vistas a un modelo educativo centrado en el profesor. La desconexión entre la innovación centrada en el alumno que muchos educadores quieren implantar y lo que el ambiente educativo les permite hacer constituye así un verdadero problema. Este libro muestra que un centro educativo bien diseñado se convierte en un catalizador para el cambio pedagógico, y proporciona estrategias para transformar la educación mejorando la distribución y el uso de espacios. A lo largo de la obra se hace referencia a la idea del "edificio que aprende", que es acogedor, respalda el aprendizaje de un modo innovador, y versátil, se adapta a las necesidades de alumnos y profesores, a medida que estas van evolucionando.Un edificio ágil fomenta la colaboración, permite que estudiantes y docentes pongan en funcionamiento una variedad más amplia de experiencias educativas, forma a personas mejor preparadas para asumir los desafíos de un mundo en constante cambio.