«Con un domingo aún no del todo desperdiciado por delante, sostengo ante mí un concentrado mejunje de burla mordaz, sátira iconoclasta y atroz sarcasmo que lleva por título Breve diccionario de enfermedades (y necedades) literarias. Anúnciase breve pero antójase de lo más desternillante, y firmado viene por un afamado dislexicógrafo lombardo que atiende al nombre de Marco Rossari, autor despedazado sin clemencia, y a placer, en el delirante prefacio de Edoardo Camurri [...]. Tan solo anticipo una seria dificultad: seleccionar una muestra del texto que no sea brutalmente desopilante.» Pierluigi Battista, Corriere della Sera.
De la Biblioteca breve de literatura inútil de Italo Svevo, arriba por fin a nuestros anaqueles el Breve diccionario de enfermedades (y necedades) literarias, en espléndida traducción de José Brown y una inopinada, apócrifa y foruncular Apendicitis hispánica a cargo de la célebre hispanista Hilaria Schwarzenegger.
Aciago fue el día en que Marco Rossari, famoso bibliófilo forense y diestro destripador —con un historial despiadadamente herético y no menos sacrílego—, decidió describir alfabéticamente los males que afligen a la literatura de su país y del universo mundo. El resultado, temerario lector, es el proscrito volumen cuya contracubierta ahora mismo está leyendo usted. No se haga ilusiones porque este diccionario es una sanguinaria escabechina: las vacas sagradas (de Dickens a Eco pasando por Calvino, Ginsberg, Céline, Camilleri o Foster Wallace) mueren como moscas y ni siquiera se salvan las alegorías, los puntos suspensivos o las anáforas. Insistimos: el ilustre doctor procede a una carnicería salvaje con la mejor de las intenciones terapéuticas, pero con estremecedoras consecuencias históricas. Cuando nada es sagrado, cuando hasta Goytisolo, Marsé, Benet, Ferlosio o Marías (hacinados todos en tan hispanófilo apéndice) caen del santoral y se parten la crisma, nuestra fe se derrumba.