«Los derechos, todos ellos, son un invento humano. La noción de derecho no tiene ADN ni compuestos tangibles. Uno no puede ver derechos bajo un microscopio... Los derechos pertenecen a un abstracto producto de la mente humana. Hay muchos intelectuales que, por este motivo, sostienen que la expresión ?derechos humanos? es una redundancia: un derecho no puede ser otra cosa que humano». Priscila Guinovart
Durante decenas de miles de años, la naturaleza ha proporcionado alimento animal y vegetal a los humanos. Además, en numerosas ocasiones algunas especies han sido instrumento imprescindible para el desarrollo y la evolución de las sociedades. Hoy algunos pretenden esconder esta realidad. Quieren otorgar igual naturaleza a humanos y al resto de seres vivos. ¿Estamos ante un error de la filosofía? ¿Responde esto a esa especie de sentimentalismo social cada vez más invasor? ¿Encontramos una respuesta abierta de los animales semejante a la que nosotros les concedemos?
Este libro revela con claridad los excesos de las formulaciones animalistas, que equiparan los derechos humanos a los derechos de los animales; aporta argumentos sólidos para explicar a los defensores del animalismo que sus posturas son desmesuradamente personalistas, y que sus postulados proceden del desconocimiento real de los verdaderos derechos y sus consecuencias.
El autor llama la atención sobre esta tendencia igualitarista, que traslada determinados derechos humanos a los animales. El propósito animalista desemboca en una especie de confusa maraña moral, puesto que de los derechos se derivan responsabilidades que un animal no puede asumir. Los actos de un animal carecen de voluntad, conciencia y libertad y son únicamente fruto del instinto.
Frente a esta postura, también existe un animalismo positivo que no comparte el maltrato a ninguna criatura de la naturaleza.
«Los animalistas son antiespecistas y sus convicciones les lleva al veganismo. Conscientes de que su pelea es parte de la lucha contra todas las formas de discriminación, contra la esclavitud, el racismo y el sexismo, contra la explotación de seres humanos por otros seres humanos y de algunas naciones por otras naciones (?) no separan la defensa de los animales de la defensa de los derechos humanos». Corina Pelluchon
«Las plantas existen para los animales, y los demás animales, en beneficio del hombre; los animales domésticos para su utilización y alimentación; los animales salvajes -?si no todos, al menos la mayor parte de ellos?, para alimentarnos u otras necesidades, como el vestido, medicinas o como otros utensilios». Aristóteles