¿Fue Valle-Inclán un carlista convencido?, o ¿se trataba solo de una pose de un personaje estrafalario fuera de su tiempo? Su carácter atrabiliario, extravertido y sociable le creó una imagen distorsionada, cuando en puridad era una persona reservada y celosa de su intimidad. Alfredo Comesaña ofrece un análisis desde una óptica histórica y crítica y esclarece, a través de la vida y obra el vínculo del escritor gallego con el carlismo. Tierra, tinta y tradición representa los tres elementos nucleares que conforman su razón de ser: el telurismo, la fuerza creativa y el tradicionalismo. El sustrato ideológico tradicionalista del autor permeó su existencia desde su niñez hasta su muerte. Carlista desde una perspectiva personalísima, su corazón latió siempre en dirección a Carlos VII. Y es que el carlismo tenía mucho que ofrecerle en materia de emociones heroicas y sentimientos épicos, que trasladaría a personajes como su 'alter ego' el Marqués de Bradomín.