El Poeta podría haberla palmado, pero sobrevivió al holocausto a su pesar, como tantos otros desgraciados. Como tantos otros miserables, podría haberse suicidado, pero su instinto le hizo seguir soportando varias secuelas y una esquizofrenia cuya voz le recitaba párrafos enteros de Madrid:frontera (novela de David Llorente) en su puta cabeza.
En un futuro no muy lejano, el año del holocausto, el año en que los ricos decidieron que bombardear las casas de los pobres y eliminarlos era un buen deporte, quedaba ya muy lejos. El Poeta vive en Canillejas, extramuros de Madrid, uno de los pocos enclaves míseros que ha quedado en pie. Vive de recitar sus poemas en garitos infectos que empiezan a ser frecuentados por jóvenes de Intramuros (el Madrid amurallado de los ricos) pijos y bohemios, nietos de puta por pedigrí. Una de estas niñas pijas desaparece y su hermano cree que el Poeta, un tipo inteligente a pesar de todo, puede encontrarla debido a su conocimiento del medio. Tras aceptar el contrato, este detective improvisado nos llevará desde la Canillejas postapocalíptica al Carabanchel postespeluznante [casualmente (o no) el barrio de David Llorente], un paisaje desolado en donde la gente se mata en plena calle por un trozo de pan. Un paisaje en que las violaciones, los robos y el asesinato son el pan nuestro de cada día. Un territorio propicio para perdedores, que parecen ser los personajes preferidos del autor. Una novela, la que tienes en tus manos, que avanza zumbando a toda hostia hacia un desenlace que no esperas, que te cortará la puta respiración.