En 2013, la policía colombiana detiene por tráfico de armas a Marcos Orbea Ugarte, alias Txistu. Jefe histórico de ETA, había desaparecido treinta años atrás, y un grupo parapolicial se atribuyó su ejecución. Su aparición provoca una gran convulsión en Okuri, su pueblo natal, donde parte de la población aún lo considera un mártir. Pero la sorpresa es mayúscula cuando Txistu se declara ante la policía colombiana agente de los servicios secretos españoles.
La reaparición de Txistu conmociona de forma muy especial a Álvaro Urízar, conocido como Gorri, y abre nuevos interrogantes sobre el papel que Txistu pudo jugar cuando, en 1985, eta, previa acusación de traición, asesinó a Martín Zaldúa, íntimo amigo de Gorri.
Txistu, Martín y Gorri habían crecido juntos en Okuri, y este último había intercedido ante Txistu, por aquel entonces líder de la organización, para evitar el asesinato de Martín. No obstante, el asesinato se llevó a cabo, a pesar de las garantías que en sentido contrario había obtenido Gorri y transmitido al amenazado.
Movido por el sentimiento de culpa, Gorri inicia una investigación privada para esclarecer las razones del asesinato de Martín Zaldúa, a partir de tres preguntas clave: ¿intentó verdaderamente Txistu evitar la ejecución de Martín? ¿O más bien utilizó a Gorri para evitar que Martín escapara y facilitar así su asesinato? ¿Quién era en realidad Martín Zaldúa?
Al hilo de las pesquisas de Gorri, la narración, que se desarrolla en el presente, proyecta dos ramificaciones hacia tiempos pasados. Una de ellas retrocede hasta el País Vasco y la Cuba del siglo XIX, la esclavitud y los ingenios azucareros, donde hunde sus raíces la honda enemistad entre la familia de Txistu, los Ugarte, y los Zaldúa, familia de Martín. La otra hurga en los tenebrosos años 80 del siglo pasado, en busca de las circunstancias que impulsaron a Txistu a colaborar con los servicios secretos españoles.