Una tormentosa noche de otoño, Gustavo, el viejo guardián del faro salvó a Ratoñito. Además, le enseñó todo lo que se puede saber sobre el mar y los faros, y los dos se hicieron buenos amigos.
Pero un día Gustavo se puso enfermo. Tan enfermo, que por la noche no pudo encender la lámpara del faro. Precisamente esa noche, una tormenta terrible amenazaba a un barco que navegaba cerca de la costa. ¡El destino de su tripulación estaba en manos (o en las patitas) de Ratoñito! Para el ratoncito valiente comenzaba una carrera contra el tiempo…
Una aventura fantástica contada en bellísima imágenes.