Entre las Monarquías tradicionales del Antiguo Régimen y las Monarquías parlamentarias de nuestros días, se extendió en Europa la dilatada singladura de las Monarquías constitucionales. La suerte corrida por estas Monarquías fue muy diversa en cada caso nacional. En España, estaba llamada a tener una larga proyección, casi secular, desde el inicio mismo del reinado de Isabel II hasta su definitiva crisis, en 1931. Este tipo de Estado y de forma de gobierno se presenta como esencialmente diferenciado tanto de la Monarquía de 1812, como de la presente Monarquía parlamentaria bajo la Constitución de 1978.