Esta antología reúne catorce voces que no equivalen exactamente a catorce mujeres. Están Claire Démar o Jenny D?Héricourt -traducidas aquí por primera vez al español-,que a comienzos del siglo XIX reclamaban las promesas incumplidas de la RevoluciónFrancesa y pedían por el derecho al sufragio y al placer. Están también los "aliados" hombres, socialistas o anarquistas que a su modo se sumaron a esa lucha, como Charles Fourier o Joseph Déjacque. Está Flora Tristán, que habló de "obreros yobreras" antes del Manifiesto Comunista (que uniformó esa pluralidad como proletariado). Y La Bella Otero, que desafaba la dicotomía de los sexos y subvertía todas las clasifcaciones. Están las que fueron pilares de la socialdemocracia y sus derivas, como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, también la comunista AleksandraKollontay, todas mostradas bajo otra luz: Zetkin conversa con Lenin, administrando sabiamente argumentos y silencios; Luxemburgo le escribe a su amante lamentando que la sobrecargue con consejos insípidos y prédica de superioridad;Kollontay -que llegará a ser embajadora de la Unión Soviética- deja a su hijo, desga