Este libro es un registro comentado de lo que sucede en torno a la intimidad. Y tan cerca está y tan
ciega es la intimidad que no puede ser desvelada sino a través de sus anomalías.
La intimidad es a la vez estado de ánimo y sensación física. Se da en el espacio y su contorno tiende
a confundirse con el de la habitación, con el de la casa.
Casa y habitante están unidos por una sustancia tan misteriosa como adherente: la intimidad. Esa
fascinación mutua tiene que vencer la competencia de los objetos y la impaciente atención que reclaman
los dispositivos digitales.
El intruso interfiere de manera inoportuna al perturbar físicamente el cosmos particular que es
una casa. También lo hace el voyeur con la mirada. En su condición de cómplice, la casa se abre o se
cierra: se abre al voyeur y se cierra protectora sobre el recluido voluntario. Sospechamos que los intrusos
que acceden a su interior o los voyeurs que la asedian con su mirada son, al mismo tiempo, esperados
por la intimidad y rechazados por el pudor.
La arquitectura alienta el equívoco de la impunidad. La arquitectura es necesaria para propiciar,
dar forma y preservar la intimidad. Se despliegan en este ensayo algunas máscaras de la intimidad
desde el territorio expandido de la arquitectura, no como técnica ni siquiera como arte, sino como
forma de entender lo que nos rodea.
Fernando Espuelas es arquitecto y ensayista. En este libro sobre la intimidad y sus anomalías, como
en los anteriores sobre la materia (Madre Materia, 2009) y el vacío (El claro en el bosque, 1999), el
autor pretende expandir el campo de la arquitectura. Catedrático de Proyectos en la Universidad
Europea de Madrid, de cuya Escuela de Arquitectura ha sido director, ha construido viviendas y edificios
públicos. Ha sido fundador y editor de la revista REIA. Sus investigaciones han dado lugar a
publicaciones como Ni iglesia ni taberna sobre los clubes obreros de Melnikov, La última sonrisa de la
materia sobre la obra de Matta-Clark, Mostrar el envés sobre la obra de Juan Navarro Baldeweg, Elogio
del contrario sobre la obra de Sejima y Nishizawa, La invención de la memoria sobre la obra de Carlos
Puente o Rito y juego sobre el jardín japonés, esta última en colaboración con Beatriz Blanco.