Diario de otoño es un largo poema de estructura diarística dividido en veinticuatro secciones, escrito a finales de 1938. Considerado el libro más emblemático de Louis MacNeice, recoge las impresiones personales del autor ante los acontecimientos que se suceden en Europa a lo largo de ese otoño convulso, mezclando sus vivencias personales —su matrimonio fracasado, sus clases de griego en la universidad, las evocaciones de su infancia, el día a día londinense— con reflexiones filosóficas y la descripción documental del clima político y social europeo del momento, incluyendo la Guerra Civil española. Casi una elegía (auto)biográfica, el diario-poema está escrito en versos de medida desigual que se alejan del patrón yámbico y en los que lo público y lo privado se mezclan para mostrar todas las máscaras del autor —el anarquista, el derrotista, el hedonista, el filósofo, el aspirante a buen ciudadano— en un intento de alcanzar la honestidad en un texto «a mitad de camino entre la lírica y el poema didáctico».
Louis MacNeice (1907-1963) fue un poeta y dramaturgo irlandés. Nacido en Belfast, a los diez años ingresa en un internado en Inglaterra, país en el que viviría el resto de su vida. Será en Oxford donde conozca a Auden, a cuyo círculo ya pertenecían Stephen Spender y Cecil Day-Lewis, y entrará a formar parte de su grupo, si bien no comparte del todo sus ideas políticas: MacNeice siempre será un escéptico y un outsider. Ya consagrado como uno de los poetas más importantes de la década de los treinta gracias a su libro Poems de 1935, MacNeice visita España en dos ocasiones, en 1936 y 1937, durante la Guerra Civil. Las impresiones que le causa, junto a la sensación de que Inglaterra se dirige hacia una guerra inevitable con Alemania, se plasmarán en Diario de otoño, escrito a lo largo de la segunda mitad de 1938. Además de escribir numerosos libros de poemas, colaboró con varias piezas para la BBC y escribió un puñado de obras de teatro (con colaboraciones ocasionales de Benjamin Britten). Su adaptación del Agamenón de Esquilo sigue siendo canónica.