«Quizá sean mis curvas las que hacen mi vida tan vertiginosa».
Carmen tiene casi cuarenta años. En plena celebración por irse a vivir juntos, su novio muere mientras hacen el amor. Eso, aparte de ser una tragedia cargada de conmoción, se lleva a un lugar lejano las certezas y los sueños de Carmen, como el de ser madre.
Tras un tiempo de naufragio emocional, decide ponerse de nuevo a los mandos de su vida, y cambiar la ciudad por el pueblo será el primer paso de un viaje de supervivencia personal. Allí conoce a unas mujeres que se convertirán en su nuevo colchón de seguridad y a Pepe, un atractivo y prestigioso chef.
Una nueva vida, un hombre que parece sano y fuerte y que la quiere y la recuperación de sus sueños: parece la respuesta a sus plegarias? ¿o no?
A base de ironía y buen humor, Carmen buscará su suerte en la vida sin conformarse con las cartas que le han repartido.
Después de perder estrepitosamente, Carmen juega una nueva partida con el destino. Lo que ella no sabe es que el destino nunca pierde.