Legazal, una joven educada en la cosmopolita Beirut, se desplaza al Sahara para casarse con un joven tuareg. Un matrimonio que no puede eludir al haber nacido de un pacto de honor sellado por sus respectivos bisabuelos muchas décadas atrás. Pese a abandonar a su familia y amigos, salir de un Beirut atenazado por una nueva guerra es un alivio, pero tampoco será sencillo adaptarse a la cotidianidad de una pequeña localidad inmersa en el océano de arena y aprender los hábitos y costumbres de este pueblo nómada, el de los enigmáticos «hombres azules» del desierto. Legazal, que significa la gacela, en un principio busca refugio en sus lecturas, la música y la pintura, pero poco a poco irá amoldándose a las particularidades de su marido e impregnando con su presencia la vida local. El nomadismo, la doma de caballos, la fabricación del índigo y la cetrería se irán entrecruzando en su día a día con la difícil aceptación de la bigamia, de las relaciones sexuales extrañamente complejas y libres, de las ausencias del marido, de la férula autoritaria pero inteligente de la matriarca, de su maternidad... Hasta que la tragedia asome una madrugada por el horizonte de dunas.
Harmattan es una novela emotiva y delicada, con partes de una extraordinaria belleza lírica, en la que María J. Rivera, a través de la voz de Legazal, nos introduce, demostrando su profundo conocimiento, en la forma de vida, ritos y cultura de los tuaregs. Uno de los pueblos que durante siglos ha tenido al nomadismo, y la libertad que conlleva, como una de sus banderas identitarias, pero que se ve amenazado por momentos por los intereses económicos del mundo moderno. La prosa precisa y la trama bien llevada por la pluma de María J. Rivera hace que la lectura de esta novela no deje indiferente y termine impregnando nuestro interior como un soplo del vivísimo Harmattan.