Si hablamos de Occidente y de Europa, voces muy distintas alertan del agotamiento de una civilización sin rumbo, desorientada, que ha renunciado a cualquier idea de identidad compartida y de comunidad estable en favor de la atomización y del consumismo más crudo.
Los principios conservadores son el nuevo punk porque ideas que hace pocas décadas parecían perfectamente asumidas ?como la importancia de la familia para la protección y el arraigo; la legítima conservación de las identidades locales; el valor del sentido de trascendencia, de belleza o de cultivo del espíritu? están hoy marginadas, cuando no son directamente atacadas por un nuevo espíritu inquisidor.
Ser conservador es ante todo un instinto, y un grupo de jóvenes ensayistas agrupados en torno a la Revista Centinela lo recuperan aquí con referentes intelectuales, reflexiones y propuestas no solo para resistir, sino para intentar construir una alternativa.