Una emocionante novela sobre el amor de un padre a su hijo, que celebra la vida en toda su luminosidad
Son las siete de la mañana cuando a David lo despierta una punzada de angustia en el vientre: ha llegado el día en que está programada la muerte de su hijo Jacobo. Parapléjico tras un accidente de tráfico, el muchacho siente dolores tan fuertes que la vida se le ha vuelto insoportable. Su hermano lo ha acompañado hasta Portland, donde un médico va a prestarle ayuda, muy lejos del apartamento familiar en Nueva York, en el que David aguarda noticias del desenlace, padeciendo el paso de las horas mientras se pregunta si tal vez Jacobo, en el último momento, se arrepentirá.
Casi veinte años más tarde, con la vista gastada pero la memoria intacta, David recuerda los tiempos de Nueva York, el terrible accidente de su hijo y, ante todo, la larga espera durante ese día, anhelando que no avance el tiempo mientras mata las horas trabajando en su último cuadro, en el que se esfuerza con ahínco, como si de ello dependiera la vida de todos, por plasmar el esquivo reflejo de la luz en el agua.
Novela de una emoción serena, de una belleza palpitante, perfecta en su sobria sencillez, La luz difícil acredita a Tomás González como uno de los autores más importantes de nuestra lengua. Una historia sobre el dolor y la proximidad de la muerte que celebra la vida en toda su luminosidad.
«A su publicación en Colombia, La luz difícil fue acogida como una obra maestra tranquila. Hace años una revista literaria etiquetó a González como ‘el secreto mejor guardado de la literatura colombiana’; desde entonces, se ha convertido en uno de los más importantes novelistas de su país y no deja de sumar lectores. Tal vez es hora de llamarlo de manera diferente».
Juan Gabriel Vásquez, The Guardian
«Uno de los mejores escritores latinoamericanos de los últimos años».
Carlos Pardo,Babelia
«Leyéndolo, tuve la sensación de que Tomás González es un escritor de mucha pureza, alguien con el potencial de convertirse en un clásico de la literatura latinoamericana».
Elfriede Jelinek