Cuando anochece y tras cumplir con los rituales que acompañan el momento de acostarse, sueño y realidad, vivencia y deseo pueblan la imaginación.
Este primer acercamiento de Concha Pasamar a la narración en verso es un brillante juego de voces en el que todos participan: personajes y lectores se ven representados e interpelados en sus versos ágiles, galopantes, como son los primeros sueños; versos que, como los sueños mismos, pueden leerse cada vez de diferente manera.