La chica de las fotos
Rocío, camarera de un hotel rural y escultora en sus ratos libres, vive al borde de un ataque de ansiedad: el día de su boda está a la vuelta de la esquina y faltan muchos detalles por concretar todavía. Para colmo, tiene que trabajar horas extra en el hotel. Todo debe estar impecable para la llegada de Alberto Enríquez y Lucía Vega, la pareja de actores de cine más rutilante del momento. Cuando aparecen, a Rocío le ocurre algo que no logra entender. Es verdad que Alberto tiene un físico imponente y una mirada terriblemente sexy, pero lo que empieza a sentir es desconcertante e inoportuno.
Alberto enseguida descubre que Rocío no es la típica muchacha encandilada por un famoso. Sin embargo, algo se le escapa: ¿por qué Rocío evita mirarlo a los ojos? Impaciente por descubrirlo, idea mil maneras para tropezar con la esquiva camarera.
Comer y amar, todo es empezar
Paola se tiene que marchar de su pequeño pueblecito a causa del trabajo, y para ello debe renunciar a muchas cosas que ama, entre ellas una yegua blanca llamada Leyenda. Nada parece que pueda cambiar eso, pero un solomillo con pasas y arándanos y un paseo a caballo por el bosque con Carlos, el chico del picadero, le demuestran que quizá a lo que no se debe renunciar es a ser feliz.
Con suerte? en Navidad
Andrea Hervás trabaja en una galería de arte de Madrid. Está preparando la exposición estrella de las Navidades cuando recibe una llamada de su jefe: debe dejarlo todo y marcharse a Grimiel, un pequeño pueblo castellano, donde una vecina quiere vender un cuadro y es necesario que alguien lo valore. Andrea se lo piensa: es 22 de diciembre, tiene planes y se aproxima una gran nevada, pero calcula que, si se da prisa, podrá ir y volver en un día. Con lo que no cuenta es con que todo se confabulará contra ella y acabará atrapada en ese pequeño pueblo.