«¿Qué me impide escribir este libro? El calor, el perro, el día, el aire acondicionado, desear existir en el presente, pensar en bucle, enfermar, follar, ir a comprar al súper, cocinar, el yoga, la soledad y la tristeza, internet, la situación política tan deprimente, la regla, mi obsesión por el cuidado facial, el capitalismo tardío, los atracones de televisión que me doy en el ordenador, la competitividad y los celos que siento por la atención que reciben otros escritores, el desconcierto que me produce la novela, esta manía de irme por las ramas y no terminar nunca nada, leer, documentarme, masturbarme, el paso del tiempo».
Una escritora tiene que entregar a su editorial un libro que ni siquiera ha empezado a escribir. El tiempo se agota. Recién mudada con su pareja a una nueva casa, ve pasar en Nueva York el verano, el otoño…, pasea con su perro, observa el vecindario, toma notas, se esfuerza por quedarse en casa, angustiada por la página en blanco y el coste del alquiler. Mientras busca trabajo desesperadamente, piensa en los destinos caóticos de artistas que admira, Rainer Maria Rilke, Franz Kafka, Durero, Chantal Akerman, Sarah Charlesworth, Robert Walser o Lou Andreas-Salomé. Poco a poco, su vida empieza a parecerse al arte y el arte empieza a parecerse a su vida. Entonces se queda embarazada y su precario mundo empieza a desmoronarse. Una oda a la creación en todos los sentidos.