La polarización que se observa los últimos años en sociedades muy distintas apunta a razones compartidas. Oliver argumenta que la base material común son los efectos de la globalización neoliberal (desigualdad, deterioro del bienestar y ruptura del contrato social), acentuados con la Gran Crisis financiera y la reversión de la globalización asociada al choque China-EE. UU. Sobre este trasfondo se añaden los impactos de las políticas de austeridad y la ausencia de un proyecto compartido en la UE, como reflejan las divisiones existentes (en clima, inmigración, intervención en la economía o relaciones exteriores). Además, el cambio climático, la IA, la inmigración y el envejecimiento han acentuado la incertidumbre de unas clases medias que ven amenazado su futuro, sumándose a los sectores de rentas medias-bajas, los tradicionales perdedores de la globalización. En conjunto, un mundo distópico que únicamente podrá afrontarse con éxito si se conocen sus raíces profundas.