Una pared vertical sin apenas fisuras,
casi lisa, imposible encontrar sobre la roca
huellas de otra escalada.
No sabes a quién corresponde esta cicatriz,
pero sirve su apoyo.
Parece que unos pies de gato
deben ser suficientemente flexibles
para intentar esta aventura en solitario.
Y el arnés bien colocado en la cintura,
que no estrangule las piernas
y que deje lugar para que clavos y martillo
viajen contigo hasta lo más alto.
No importa caminar solo.
En la vida todo son técnicas de escalada.
Estrellas que fulguran en el cielo,
fuegos de artificio en la noche oscura,
guijarros cayendo al fondo del pozo.
Mas si quieres conocer los secretos
de estas técnicas avanzadas de escalada
busca a quien te ame, ascended juntos.
Porque solo entre dos se conocen
los secretos que te pueden salvar la vida.
“Ascender por el acantilado”, de Rafael Muñoz Zayas.