En 1934, dos años antes de su muerte, Rudyard Ki¬pling reunió en un volumen nueve cuentos y cinco poemas dedicados a los perros, esos animales adapta-dos a la humanidad que a veces saben «más que un hombre». Picarescos o heroicos, domésticos o casi fan¬tásticos, de India a Inglaterra pasando por los parajes helados del Ártico, estos Cuentos de perros tratan por supuesto de la lealtad, pero sobre todo de cómo el ser humano proyecta en los animales adiestrados para la compañía o el trabajo su propia personalidad y sus propios deseos, y de cómo alcanza a definirse a través de ellos. Por su parte, un perro puede tirar de un trineo o cazar zorros, puede ser una mercancía valiosa o una inesperada ayuda terapéutica, pero también tiene una vida propia.