Toda palabra es un prejuicio. Un poco de salud de vez en vez constituye la mejor medicina para el enfermo. Prometo no leer más a autores que dejen entrever su intención de escribir un libro, en lo sucesivo leeré sólo a aquellos cuyas ideas forman impensadamente un libro. El alma debe disponer también de cloacas donde verter sus basuras. Para este fin, pueden servir muchas cosas, personas, relaciones, clases sociales, tal vez la patria, e incluso el mundo, y, por último, para los más orgullosos (es decir, para nuestros buenos pesimistas modernos), el buen Dios.