En un cuartucho estrecho, bajo el bochorno de mediados de verano, se entremezclan los jadeos ardorosos de dos hombres... En su infancia, Momoki fue kagema en un prostíbulo de la capital. Un día de lluvia, habiendo dejado esa vida atrás, Manji lo encuentra y se lo lleva consigo. Para Momoki, esto es un sueño hecho realidad. Manji no se acuesta con él como kagema, sino que lo trata con amor, dulzuray afecto. Ahora su vida está colmada de felicidad. El pasado ha quedado atrás. NOTA: Debido a la ambientación histórica de esta obra, algunas escenas que refejan costumbres en los burdeles del periodo Edo incluyen contenido que puede resultar sensible para algunos lectores.