La corta vida de Rafael del Riego (1784-1823) coincide con uno de los momentos más convulsos de la historia contemporánea de Europa y, por ende, de España. Veinticinco años de guerras continuas desde la Revolución francesa hasta Waterloo. España invadida dos veces (1808-1820), e hipotecada por los movimientos emancipatorios americanos, ensayará, en un acto de soberanía, iniciar el camino del régimen constitucional, intento que será frustrado por las reacciones interna y externa.
Riego, hijo de la Ilustración, vive la vergüenza de la sumisión de dos reyes, Carlos IV y Fernando VII, a Napoleón; sufre larga prisión en Francia; es testigo a su vuelta de la deslealtad del "Deseado" quien, mediante un golpe de estado, deroga la ley fundamental que la nación ocupada se había dado en el último rincón libre. Durante seis largos años contempla la degradación del aparato del estado, a manos del rey absoluto y su camarilla. Al mando de las tropas destinadas a una misión imposible, la represión de la rebelión americana, rescata la constitución. Sometido a marginación durante los tres años de libertad que gracias a él había conseguido España, su hazaña le costará la vida. Doscientos años después de su vil ejecución su figura es todavía objeto de tergiversación y difamación.