Esta historia sucede hace cinco mil años en Uruk, a orillas del Éufra-tes, donde reina Gilgamesh. Buranuna, que nace fruto de siete noches de amor en la laguna de un bosque, es hija de Enkidu, el hombre salvaje, y de Shámhat, que lo ha civilizado a costa de su parte inocente y primigenia. Él muere como consecuencia de la gran escisión, de la pérdida de conexión con su naturaleza excesiva. «Enkidu, como los cedros, había muerto»: así empieza este libro. Luego Shámhat huye de la ciudad con Buranuna en brazos para devolverla al bosque primordial «donde las palabras no tienen ningún poder y las letras no significan nada.» Buranuna, criatura entrañable y legendaria, es la guardiana de lo que perdimos, del olvido que somos, de lo que se quedó en la niebla, de lo que la palabra borró y arrebató. Con una prosa poética y envolvente, repleta de escenas oníricas y momentos luminosos, Mariona Fernández indaga en los albores de la civilización humana y nos invita a enlazar lo instintivo con lo espi-ritual como condición existencial ineludible.