La historia social ha sido, durante décadas, un paradigma historiográfico en permanente expansión, puesto en práctica por un número creciente de historiadores. En los últimos años, sin embargo, la confianza en dicho paradigma ha comenzado a dibilitarse y sus postulados teóricos son cada vez más objeto de examen crítico y de discusión, cuando no de profunda revisión o abierto rechazo, con la consiguiente búsqueda de nuevos modelos explicativos. Como consecuencia, la investigación histórica y el debate historiográfico parecen haber entrado en una nueva etapa, en un territorio inédito situado más allá de la historia social.