Este libro llega a las librerías justo cuando Al Qaeda no sólo no
ha desaparecido, sino que se ha desarrollado y fortalecido en
regiones del planeta donde antes su presencia era marginal. El
Gobierno de Obama ha seguido (en este campo) las políticas
de su antecesor Georges Bush: se han incrementado las operaciones
militares y de inteligencia en el mundo. Y se sigue
utilizando un vocabulario más acorde a los tiempos de la Guerra
Fría que a los actuales.
Muchos atentados realizados en los últimos años llevan la marca
Al Qaeda. Desde los aviones que se estrellaron contra las Torres
Gemelas todo parece enmarcarse en la vaga noción de terrorismo.
En un momento en que los pueblos árabes han emprendido
movilizaciones populares que están produciendo cambios de
alcance histórico, el acierto del autor es ahondar en fenómenos
políticos que conviene comprender en toda su magnitud. Y lo
hace como aprendió del filósofo Baruj Spinoza, cuando aconsejaba
«no reír, no llorar, sino comprender».