En estos tiempos en los que todos nos quejamos de la falta de valores de nuestros jóvenes, educar en valores no es ningún juego. Quizá no podamos decidir cómo van a ser nuestros hijos, o nuestros alumnos, en el futuro, pero lo que sí podemos hacer es utilizar cuantas herramientas estén a nuestro alcance para que se conviertan en los seres felices, seguros y realizados que deseamos.El peor de los males de la educación es caer en la desesperación y el pesimismo por no poder observar resultados inmediatos en nuestras actuaciones. Este libro no es sino un grano de arena en la construcción de la personalidad de los niños y jóvenes a los que llegue su lectura.