En el actual panorama de aceleración de los procesos de los descubrimientos científicos y tecnológicos de drásticas variaciones en el mercado de trabajo (donde, presumiblemente, un importante número de profesiones, hasta ahora desconocidas, aparecerán en los primeros años del próximo milenio), de incertidumbre ante las demandas de lo que supone hoy una calificación profesional con visos de éxito, la competitividad en variadas facetas de la conviviencia social, la ambigüedad de lo que supone la preparación para la vida o la noción de cultura básica, etc...
Es indudable que, ante esta realidad cambiante en que vivimos, entrando en la que se ha dado en denominar Era de la información, un elemento importante en el porvenir de los países es el nivel de formación, propiciada por una amplia cultura base que facilite su continua adaptación a los cambios venideros.