Aunque desconocido para muchos, el científico e ingeniero británico John Ambrose Fleming (1849-1945) fue uno de los protagonistas y responsables de una serie de inventos y desarrollos en el dominio de la tecnología de la electricidad que terminaron cambiando el mundo. No la menor de sus aportaciones fue la invención (en 1904) de una válvula termoiónica, o diodo, sin la cual la que a veces se denomina Era de las Telecomunicaciones, o de la Información, nunca habría llegado a ser. Nació cuando la telegrafía con cables, terrestre y submarina, se iba abriendo camino, y contribuyó de forma destacada al establecimiento de la telegrafía sin hilos, desde la primera transmisión transatlántica llevad a cabo por Marconi en 1901. Él, que fue (en 1930) el primer presidente de la Sociedad de Televisión de Londres –esto es, que vislumbró un nuevo universo de transmisión de información–, tuvo el privilegio de trabajar en el Laboratorio Cavendish de Cambridge dirigido por el gran James Clerk Maxwell, a cuyo último curso asistió como estudiante. En Cincuenta años de electricidad (1921), y desde su privilegiada posición de observador-protagonista, Fleming recupera ese mundo, introduciéndonos a la creación y establecimiento de unas ideas y técnicas, al igual que de acontecimientos, que forman parte esencial de la historia contemporánea.