¿Es la ciencia objetiva, una reflexión desinteresada de la realidad, como creían Karl Popper y sus seguidores? ¿O hay que entenderla como algo subjetivo, una construcción social, tal como mantenían Thomas Kuhn y su escuela? El misterio de los misterios se adentra en este polémico terreno e indaga sobre la naturaleza última de la ciencia tomando la teoría de la evolución como caso particular y nos permite comprender un poco mejor el poder de la teoría de la evolución. Con las armas del filósofo y el historiador, Michael Ruse compone un retrato incisivo del desarrollo del pensamiento evolucionista hasta el día de hoy, atendiendo a las fuerzas políticas y religiosas que lo han conformado. El libro arranca con grandes teóricos evolucionistas como Erasmus Darwin (abuelo de Charles) y Julian Huxley y acaba con la obra del teórico de juegos y microevolucionista Geoffrey Parker y el paleontólogo norteamericano Jack Sepkoski, cuyas simulaciones por ordenador reconstruyen las extinciones en masa y otros macroeventos en la historia de la vida. Por el camino, Ruse se detiene en dos grandes divulgadores de la evolución, Richard Dawkins y Stephen Jay Gould, y en dos destacados científicos y teóricos en el campo de los estudios evolutivos, Richard Lewontin y Edward O. Wilson. Como comprobará el lector, desmenuzadas sus ideas a la luz de sus compromisos intelectuales, todos ellos ejemplifican la impregnación cultural que subyace en la ciencia: el idealismo germánico en Gould, el círculo de «Oxbridge» en Dawkins, la educación judía de Lewontin y la niñez sureña de Wilson.