Las formas de propiedad de la tierra y demás bienes de la naturaleza, así como los recursos comunales, forman un amplio abanico que comprende desde el acceso permanente y único de un propietario individual, al libre acceso a estos bienes de todo aquel que lo desee. A partir de diferentes experiencias en el Estado español y América Latina, que evitan con acierto la acción comunal de la "gestión comunal" de bienes: tierra, pasto, aguas, pesca e, incluso, turismo.