La presente obra tiene en su origen una de las controversias en las que Étienne Gilson intervino en los años treinta. Para renovar la escolástica y ponerla al día, algunos neoescolásticos pensaron que la doctrina tomista debía ser interpretada a la luz de la duda universal cartesiana y de la crítica kantiana del conocimiento en lo que se llamó el realismo crítico. En opinión de Gilson, estos filósofos adoptaban un enfoque idealista de la epistemología, enfoque que no sólo no es tomista, sino completamente erróneo. A partir de esta crítica, dirigida sobre todo hacia Désiré Mercier y Léon Noël, Gilson desarrolla toda una lección sobre el realismo -«consciente, meditado y querido»-, por el que la realidad es independiente del pensamiento, el esse distinto del percipi. En resumen, un libro que tiene mucho que decir al filósofo y al hombre de este fin de milenio.