«Los muertos abundan en mis ficciones. También la experiencia imaginaria de la muerte, y el sentido simbólico de la extinción y las desapariciones. Hay en mis novelas muertes muy variadas y muertos que encuentran un destino fantasmal, desahuciados de la vida y náufragos en un más allá de soledad y aburrimiento.
Ahora he sentido la necesidad de rememorar, en un recordatorio, a mis muertos familiares, a esos seres queridos con que todos contamos entre las ausencias más irremediables.
Este relato está escrito desde la inmediatez de unas muertes familiares que, de nuevo, auspiciaron la difícil disyuntiva de la imposibilidad de entender la muerte y la necesidad de comprenderla.
Acostumbrado a la ficción de la muerte, el novelista asume la huella imborrable de la muerte verdadera, y apenas le queda, en esa disposición del consuelo, el modesto poder de una escritura que intenta esparcir para los demás las emociones y los sentimientos de las pérdidas que todos sobrellevamos.»
Luis Mateo Diez
Luis Mateo Díez
Azul serenidad o la muerte de los seres queridos