Minoru Eguchi, un emprendedor armero de la isla de Ono, en el sur de Japón, rememora su existencia en el lecho de muerte, rodeado de su familia. La nostalgia de aquel primer amor y el horror padecido en la guerra, junto a la trascendencia de unos repetitivos déjà vu que confirman su creencia en la transmigración de las almas, van conformando su personalidad en una pequeña y tradicional comunidad insular que no escapa a los vertiginosos cambios sociales que experimenta Japón a lo largo del último siglo: su propio pequeño taller familiar pasa de forjar cuchillos a reparar armas de fuego y convertirse en una gran fábrica.
Afectado por los seres queridos que va perdiendo a lo largo de su vida, preocupado por el más allá y el horror a ser olvidado, que es la verdadera muerte, Minoru decide construir un inmenso Buda blanco. Una divinidad que ayude al que lo necesite, evite que no haya almas errando solitarias sin encontrar el descanso eterno, y un motivo para que los vivos recuerden a los difuntos con la promesa de volverse a ver en el otro mundo. Lo hará con una materia prima muy particular.
Sencilla, delicada y hermosa novela, El Buda blanco nos cuenta la historia de una pequeña comunidad japonesa a través de dos siglos y dos guerras mundiales, donde se experimentan los mismos sentimientos y preocupaciones sobre el amor, la vida y la muerte que en cualquier otro lugar del mundo, pero con el atractivo de ser vistos a través de una cultura y una filosofía, la japonesa, muy distintas de la occidental. Una obra llena de emociones y sensaciones que trasciende el marco local y temporal; una novela universal que, sin necesidad de manifestarlo explícitamente, es un alegato contra la guerra.