Después de la guerra civil, en unos Estados Unidos ávidos por descubrirse a sí mismos y por reencontrar aquellas regiones demasiado alejadas del gran centro neurálgico de la cultura nacional de la costa este, George Washington Cable (1844-1925) surgió como el descubridor literario del exotismo que encerraba la pintoresca Nueva Orleans.
Los Grandissime (1880) es la primera novela sureña que puede calificarse de moderna. Si la ficción sureña del siglo XX se caracteriza por intentar tratar de una manera justa el complejo entramado de la experiencia racial de la región, la obra de Cable es el primer texto literario escrito por un sureño en el que esta intención es sobresaliente. Los Grandissime inaugura el tratamiento de temas que escritores sureños blancos como Ellen Glasgow, William Faulkner, Thomas Wolfe, Robert Penn Warren, Eudora Welty, William Styron y otros retomarán. La novela propone una visión de la vida sureña expresada a través de personajes y situaciones violentas, que, aunque situadas a principios del siglo XIX, remiten al Sur de posguerra. Al tratar temas como la explotación económica, la unión al pasado, la profanación de los derechos humanos, la fricción en las relaciones sociales y la culpa del hombre blanco al servirse del afroamericano, Cable abrió nuevos horizontes no sólo en la literatura sureña, sino también en la norteamericana.