Esta antología es fundamental para acercarse al particular mundo de Virginia Woolf. Para ella, parte de los méritos atribuibles a un ensayo son "ese libre relampagueo de la imaginación, esa destellante fractura de genialidad en medio de ellos, que los deja defectuosos e imperfectos, pero iluminados de poesía". La autora aprovecha el género para adentrarse por sus vericuetos y explorar ciertos temas sumamente cotidianos o menudos: la reseña, el estudio de algún autor, el ensayo sobre cuestiones teóricas de la literatura o las situaciones sociales, el sentido de la vida y, desde luego, el ensayo en su sentido primero.
Woolf se interesó vivamente en escribir como mujer, apartándose del patrón literario masculino, tanto en lo formal como en lo conceptual. Consideraba nefasta la idea de ser puramente hombre o puramente mujer, ya que creía en la enriquecedora posibilidad de ser masculinamente femenina o femeninamente masculina.