Navegar quiere decir saber dónde estamos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Por eso quizá, es más difícil navegar que vivir...Eso nos cuenta la autora en una página de esta espléndida novela, y eso es lo que al principio siente Mathew Prendel, navegante solitario que de repente naufraga en una pequeña isla perdida en el océano, sin saber que en ese cacho de tierra inhóspita le espera otro hombre, un tal Nelson Souza...Las preguntas de Mathew son muchas y las respuestas de Nelson se resumen en pocas palabras secas que imponen sus propias leyes: los dos hombres tendrán que repartirse el territorio, malviviendo cada cual por su cuenta, y será Nelson quien decida cómo y cuándo intentarán dejar la isla, que pronto se convierte para Mathew en una prisión al aire libre, un lugar donde la culpa acecha y los recuerdos del ayer bailan suspendidos en el horizonte...Tras un tiempo que nadie sabe medir por horas y días, llega por fin la hora de partir, de volver a ese mundo que ya no los espera. Mathew vuelve, pero no es el mismo hombre; la experiencia ha hecho de él un ser taciturno, que solo contará la verdadera historia del naufragio a Phoebe, su amante, cuando le falten pocos días para morir. ¿Verdadera? Quien sabe... Ahí está el talento de Flavia Company para acompañarnos hasta el final de una historia cargada de misterio, que nos reconcilia con las extravagancias de la vida y nos recuerda las mejores obras de Conrad y Stevenson.