Estas dos obras conocidas también como «comedias de capa y espada» tenían como fin divertir y deleitar al público en los corrales, y como tales tuvieron un gran éxito popular.
Calderón de la Barca, en vistas del éxito obtenido por Lope con unas determinadas comedias, también lo intentó y lo consiguió. Estas dos obras, junto a La dama duende, se definen como de las mejores del autor; comedias en las que el dispositivo dramático y la recurrencia de las estructuras profundas quedan compensadas por el virtuosismo calderoniano para cambiar las estructuras de superficie, complicando el enredo y multiplicando lances y situaciones. Se trata sin duda de un mundo teatral con medidas propias, donde ha de concederse a la verosimilitud unos márgenes muy amplios, pero que nos presenta como fiel espejo de las costumbres, ideas y convencionalismos de la sociedad de la época.