Publicada bajo el más riguroso anonimato debido
a la escabrosidad del asunto y a las personas religiosas implicadas en
un proceso que apasionó a Francia, Teresa filósofa,
se basa en una historia ocurrida en Provenza, en 1731. Un padre jesuita,
Jean-Baptiste Girard, famoso por su carrera de predicador y director espiritual,
convirtió a una penitente que aspiraba a la santidad, Marie-Catherine
Cadiere, en víctima de tejemanejes que llevaban a la muchacha a
tener éxtasis y sentir estigmas. Cuando su estado de salud, tras
flagelos, ayunos y sacrificios, hizo temer por su vida, Girard se deshizo
de la señorita Cadière trasladándola a un convento,
su nuevo guía espiritual no tardó en conocer la forma concreta
en que el demonio visitaba a la inocente joven. La denuncia de los hechos
no tardó en adquirir proporciones increíbles que, además
de las descripciones muy pormenorizadas de los juegos eróticos a
que se entregaba Girard con su penitente, se animó con el enfrentamiento
entre la orden de los jesuitas y los jansenistas.
Atribuida a Diderot durante mucho tiempo, el siglo
XX la adjudica con certeza al marqués Boyer d’Argens, que
hace en Teresa filósofa un cuadro del erotismo de
la Francia ilustrada, y se convierte en antecedente claro, por su mezcla
de escenas eróticas y de reflexión, del marqués de
Sade
y su Filosofía en el tocador.