Para el ordenado y metódico Honorio Sigüenza, los zapatos son su profesión. Los sellos, su afición. Las esquelas, su fuente de información. Las mujeres, su devoción. ¿Y el sexo ? El sexo es su obligación. El pecador impecable es un hombre triste con una historia personal divertida, un hombre solitario que siempre anda acompañado, un hombre puritano que se comporta como un libertino, un hombre lógico que vive fantásticamente. Son muchas, y muy distintas unas de las otras, las mujeres en la vida de Honorio Sigüenza. A todas otorga generosa y vehementemente sus favores, con todas cumple como el caballero que es, pero de ninguna se enamora. ¿A quién ama realmente Honorio Sigüenza ? Manuel Hidalgo nos introduce, de la mano de su escrupuloso pecador, por una parte, en el mundo de ritual y ceremonia que es el del fetichista recordemos que no en vano nuestro hombre es zapatero— y, por otra, en todo el laberinto de fantasías eróticas que brotan de aquellas almas empeñadas en escindir el sexo del amor.