Uno de los temas prioritarios de la nueva estética de lo real traumático es el del cuerpo y la carne como espacio donde circula, se corrompe y se desmembra la voluntad de sentido del mundo civilizado. Si el realismo es, por definición, la representación del cambio y de las nuevas condiciones ?políticas, ambientales-, entonces la forma contemporánea de este género deberá consignar el cambio y la significación de lo que hasta hace poco habíamos creído inalterable e insignificante: el cuerpo. Bebiendo de una heterogénea tradición que abarca desde las transformaciones de Ovidio hasta las formas insólitas de David Cronenberg, los relatos de Juan Francisco Ferré nos confrontan con una plasmación minuciosa, vívida y barroca de la carnalidad, considerada como el punto de inflexión de las tensiones sociales y los poderes que las determinan. En el humor terminal de Ferré cada una de las situaciones que se describen oscila entre la aceleración de las nuevas tecnologías, que parecen dirigirse a un futuro entendido como implosión total, y la irreductible fisicidad del cuerpo. Accidente del cuerpo, accidente de la máquina: la víctima de ambos es la concepción tradicional de lo humano. A diferencia de otras propuestas literarias vinculadas a la estética de la nueva carne, la de Ferré no se conforma con el estilo distante y la austeridad adjetival, sino que se propone mostrar las venas y turbinas de la máquina narrativa misma por medio de un estilo en que se combinan la descripción maníaca del detalle, el adjetivo crudelísimo y la hipotaxis como mecanismo de perforación. En la máquina narrativa de Ferré, el añejo referente real" del viejo realismo ha sido sustituido por la inquietante, lacaniana presencia de Lo Real. Un punto de arranque, en suma, en la investigación sobre los nuevos destinos del mutante y el cyborg como símbolo de nuestra época en transformación".