El tiempo pasa, los sueños se olvidan y la edad adulta llega. Pili, Puri, Trini, Mari? han dejado de ser niñas, pero siguen compartiendo penas y sinsabores en su bar de toda la vida: la tasca de Lucio y Pancracia.
Con una estructura perfecta, la trama oscila, los personajes se cruzan y se intercalan con la voz de una monja octogenaria, ilustrada y liberal que comparte con el lector sus dudas y esperanzas en una novela que aborda y profundiza en las relaciones y pasiones humanas.
Los problemas conyugales de Trini, el ansia de enamorarse de Pili y la prostitución de Puri invitan a las protagonistas de esta obra a evocar experiencias vividas con plena jerga (y claves) de barrio. Una mirada nostálgica donde el pasado se oculta en el recuerdo y la inocencia huye.
La maestría narrativa de Cuando llevábamos un sueño en cada trenza y el vigor expresivo del autor muestran la España de posguerra gracias al Bar Lucio, un escenario costumbrista que brilló, como se dice en la obra, cuando ?todavía no había sucedido el rencor, el odio, la furia y el ruido?.