El 1989 por las calles de Nueva York aparecieron grandes anuncios firmados por las Guerrilla Girls, un grupo de artistas anónimas que representan las puntas mediáticas de un largo período de conflictos y denuncias respecto al silencio y la invisibilidad de las mujeres en las artes. A la tradicional pregunta sobre la escasez de las grandes artistas, una historiadora del arte ha contestado recordando la existencia de una carencia análoga de grandes pianistas de jazz lituanos o de grandes tenistas esquimales. Aparte de la provocación, se trata de entender si y hasta qué punto las asimetrías de género contribuyen a definir lo que es arte y lo que no lo es, quién merece ser recordado o, por el contrario, olvidado. Desplegando una documentación amplia e inexplorada, este volumen pionero se encarga también de desmentir el mito de la creatividad menor y accesoria de las mujeres.